25.4.06

Águeda

Hace tiempo que espero y no deja de llegar la nada. El silencio no asusta mis sentidos, los disturbia de todas maneras. Nunca llega eso que anhelo y es sin forma, nunca llega y desespera el alma. Aguanta. Añora.

Una vez volé, después no supe más y empecé a reptar. Y así hace siglos me desplazo por la tierra, me adapto a sus formas y me lleno de astillas. La eternidad nunca se acaba, es el tiempo detenido en un momento que no pasa jamás. A veces me pregunto quien soy, pero nadie me contesta. Nadie tiene porque saber lo que me pasa. Nadie tiene porque saber cuanto me pesa esa que habita en mi morada, la que no me deja respirar y me tiene prisionera. ¿Cómo puedo hacer para matarla? Nadie tiene la respuesta a mi insistencia, nadie más que yo, pero no puedo hallarla. Quizá debería esperar la muerte y su reposo, pero ella nunca va a alcanzarme, alguien quiso que mi respiración nunca acabara.

Hace tiempo esperaba, y lo sigo haciendo. Me fundo en una alucinación donde percibo el tiempo como un túnel que transito simultáneamente, viviendo el pasado y el futuro en el mismo segundo, porque el presente no existe. Así transcurre mi existencia -aún no me atrevo a llamarla vida– tratando de llenar lo que viene con sensaciones que alguna vez me hicieron sentir tibia. Me siento al sol, cierro los ojos y me pierdo en el pasado, que reemplaza ese momento en el que, paradójicamente, dejo de sentir ahora para sentir ayer. Y pienso.

Vivir algo que no existe es peligroso, porque, ¿Qué pasaría si nunca ocurrió en realidad? No sólo sería la mentira de algo que no esta sucediendo sino también la doble mentira de soñar algo que nunca pasó. Todo un fraude. Darle rienda suelta al monólogo interno es peligroso también. Nunca sé cuando ella va a querer asesinarme, asfixiarme, volverse yo y engañar a todos los que me saben bien. Ella viene para desarticular mi ¿vida?, esta farsa bien representada, para después desaparecer. ¿Qué pasaría si todo nuestro mundo tal como lo conocemos no estuviera ahí? Una hoja en blanco. Nadie ni nada. Ni plantas, ni animales. Ni tierra, ni agua, ni fuego, ni aire. Vacío. Quizá todo volvería a empezar.

Bueno, supongo que si eso sucediera nosotros tampoco estaríamos acá, yo escribiendo y vos leyendo este papel que tampoco sería real. ¡Uff! Miro alrededor y todo está en su lugar. Que alivio. Aunque no te pueda tocar, no sepa como sos o donde estás. Aunque en el fondo estamos seguros, convencidos, de que basta con el viento para que se desvanezca la fachada, pero es un viento que quizá nunca va a soplar. Si supiera cuando va a pasar, dejaría mi espera... la dejaría para después. Hoy necesito más que nunca de tus servicios, querido.

Hace tiempo te estaba esperando. No es que seas exactamente lo que deseaba pero... ahora sé que somos dos.

1 comentario:

||/ dijo...

Muy bueno.
No lo conocia.