Ella le hablaba al oído mientras él dormía. Ella le decía cosas que no quería que él escuchara en vigilia. No quería darle el poder de saber lo perfecto que lo encontraba en ese estado de placentera quietud.
Siempre que tuviera los ojos cerrados no podría mirarla con desprecio. Siempre que tuviera los labios juntos no podría herirla. Siempre que estuviera así, ella podría hacer de cuenta que él era todo lo que ella necesitaba. La piel oscura, las pestañas eternas y todo lo demás.
Un día él durmió, pero ella aún pudo ver el desprecio en sus ojos y la herida en sus labios. Entonces desapareció.
1 comentario:
Acabo de encontrar navegando por www.lafuga.cl (revista schilena de cine)una peli francesa que tiene el mismo fuckin´ nombre que esto que escribí hace mil años... o quizá hace un rato nomás -Cinq fois deux, de François Ozon, 2004-. Lo que es la ignorancia... esto me indica que de original no tengo nada, jaja... arriba mi ego!!
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