-I-
Esa mañana sucedieron las cosas más extrañas. Creo que todo comenzó la madrugada anterior, cuando desperté sobresaltada por un sonido que me hizo acordar a un helicóptero. Me pareció que venía del patio, pero no me animé a investigar. Pasó el día y casi pasó la noche.
Como decía, esa mañana pasaron cosas raras. Mis gatos miraban hacia la escalera con los ojos desorbitados. Todavía era de noche, afuera los perros aullaban. De repente, un zumbido rítmico y repetitivo hizo temblar los vidrios de mi cuarto durante varios minutos. Silencio. Nuevamente el zumbido con la misma exacta cadencia, pero esta vez era el motor de la heladera. Y después todo junto: el helicóptero en el patio, los perros, el zumbido, la heladera…
Fue sólo un momento, pero alcanzó para que no pudiera volver a dormir, así que comencé a escribir estas líneas. Después de un rato logré conciliar el sueño y me desperté en un escenario industrial, casi de post guerra. Entré en un dispensario derruido donde me atendió una enfermera. Me hablaba, pero únicamente pude distinguir la palabra “extraer”. De un momento a otro sacó una jeringa con una aguja de unos 15 centímetros. Yo estaba convencida de que sería para sacarme una muestra de sangre, pero en vez de apuntar al pliegue de mi codo comenzó a introducirla lentamente en la articulación de mi hombro.
Me acordé de una tapa de la Fierro, un dibujo de Chichoni. Y más tarde, cuando levanté las persianas, no había nada.
Esa mañana sucedieron las cosas más extrañas. Creo que todo comenzó la madrugada anterior, cuando desperté sobresaltada por un sonido que me hizo acordar a un helicóptero. Me pareció que venía del patio, pero no me animé a investigar. Pasó el día y casi pasó la noche.
Como decía, esa mañana pasaron cosas raras. Mis gatos miraban hacia la escalera con los ojos desorbitados. Todavía era de noche, afuera los perros aullaban. De repente, un zumbido rítmico y repetitivo hizo temblar los vidrios de mi cuarto durante varios minutos. Silencio. Nuevamente el zumbido con la misma exacta cadencia, pero esta vez era el motor de la heladera. Y después todo junto: el helicóptero en el patio, los perros, el zumbido, la heladera…
Fue sólo un momento, pero alcanzó para que no pudiera volver a dormir, así que comencé a escribir estas líneas. Después de un rato logré conciliar el sueño y me desperté en un escenario industrial, casi de post guerra. Entré en un dispensario derruido donde me atendió una enfermera. Me hablaba, pero únicamente pude distinguir la palabra “extraer”. De un momento a otro sacó una jeringa con una aguja de unos 15 centímetros. Yo estaba convencida de que sería para sacarme una muestra de sangre, pero en vez de apuntar al pliegue de mi codo comenzó a introducirla lentamente en la articulación de mi hombro.
Me acordé de una tapa de la Fierro, un dibujo de Chichoni. Y más tarde, cuando levanté las persianas, no había nada.
3 comentarios:
I can see what you see not
vision milky then eyes rot.
When You turn they will be gone
whispering their hidden song.
Nou You see what cannot be
shadows move where light should be,
out of darkness, out of mind...
Cast down into the Hall of the blinds!
El unico verso en ingles que he memorizado en mi vida. Tambien habla de miedo y locura...
Bello y oscuro. Gracias.
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