Ver tus pelis favoritas es estar un rato con vos, igual
hace días que no tengo tiempo para el cine.
Me gusta dejar un asiento libre ahi, por si funciona la telepatia
y llegás a aparecerte.
Me pierdo en el infinito fondo de lo que era un capucchino.
Miro la tapa del libro que me regalaste y pienso en Sheldon Cooper y en sus tocs.
Y pienso en vos, y en tus tocs. En tus manías prestadas y en tus costumbres
tan afectadas.
Me gustaría saber quién sos detrás de todas esas mañas, cuando llegás a tu casa y te animás a hablar con acento, ensuciarte las patas y escribir con faltas.
Bueno, basta.
Salgo del bar, me calzo los auris, le doy play a las canciones que te robé mientras dormías y me voy dando pequeños saltitos, alternando colores de las baldosas para ver si estoy despierta, o si (al fin!) salgo flotando en esta vuelta.
A veces, cuando veo un músico en la calle, pienso que podría ser vos.
Entonces le tiro un cincuenta, o lo que tenga. Y me quedo un rato ahí, imaginándote, mientras tu voz sale por mis auriculares y él hace la mímica. Lo veo tocar tus canciones en el aire.
Llueve agua tónica, pero de la Sweeps, que es un poquito menos dulce. .
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