Me desarmo ante lo inevitable
porque la ilusión no me dura.
Sostener
enteros
los muros
rotos desde siempre
lleva más que un poco
de buena voluntad
juntar los pedazos
con lazos de amor, que
enraizados en las grietas
estiran sus delgados bracitos
de esquejes
en todas las direcciones
del viento
y quedan flotando
en el aire
esperando
tierra fértil.
La luna riega
con ámbar rocío
el sueño del musgo
enamorado.
Trenzo y ajusto los lazos
con cintas de colores
e invisibles
que nunca alcanzan
para mantenerme en pie.
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