Cuando la sustancia de la poesía
se escapa por ese vacío silencioso que deja el agotamiento,
cuando tenés ahí todo lo que querés decir pero ya no tiene materia.
Cuando se filtran las palabras,
se van por la pinchadura del colchón,
se pierden como agua escurriéndose por el pelo.
Te tiemblan las piernas.
Te tiemblan las manos.
Te tiembla la voz.
Se abre el universo
infinito
de la pausa.
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