Otras tantas volvió, y ahora somos amigos
La primera, me esperó en la cocina, para unos mates.
La segunda, junto a las guitarras; y cantamos un par de esas que nadie sabe.
La tercera, y última, me sorprendió en el sillón. Se mecía suavemente, invitándome a leer. Por un momento, pensé que era una araña.
Ya no espero que se vaya para no volver.
Me mira, ahora, mientras escribo, como queriendo decirme algo en su silencio de pelitos suaves y redondos brillos.
Casa de Pepe y Lucho. Necochea. |
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