Dicen que para evitar que se arrugue el escote hay que dormir abrazando una almohada
Yo uso la almohada para que no se me arrugue el alma.
Para que no colapse apretado y asfixiado el Timo... (¿lo qué?)
ahí, donde se amasan las emociones.
Lo plancho y lo estiro
y veo que ya se me arrugan las axilas de tanto tirar.
Como a la Chiqui Legrand
que la estiraron tanto que se le juntó todo ahí
ahí, atrás de las orejas.
Dicen que cada tanto le giran y giran las orejas
para darle cuerda, o tensarla un poquito más.
Yo no quiero ser como Mirtha Legrand
que tiene una gemela escondida en el sótano cual Dorian Grey.
A las ideas también las tiene escondidas en la prehistoria
y nunca las saca a pasear por miedo a que le de un golpe
(un golpe de aire) y se le revelen.
Los cambios son difíciles.
Dicen que para alguien que cambió de profesión,
pareja, casa, ciudad, país
y color de pelo
infinitas veces
en pocos años
no debería ser tanto.
Pa´ tanto va-sé, me pregunta.
Y yo le digo que se vuelva al sótano nomás
que esa imagen de eterna juventud
no le sienta bien a mi cansancio
ni a mis ojeras
ni a mis arrugas.
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