Si el cuerpo es un edificio
visto de afuera
las luces de las ventanas
se van
apagando de a poco.
Un teatro casi vacio
donde los actores se cansaron
de ser otrxs
y se dieron por vencidos
justo
en la escena donde el encuentro
y el desencuentro
se repite hasta sangrar
las huellas digitales de la historia
ecos tras las luces de neon
fantasmas sordos
que solo escuchan
sus propios pasos gastados
y un público ciego
a todo.
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