A quien desprecia aquello que con amor se le otorga
a quien la comodidad del vínculo lejano
le fabrica una silla cómoda
desde donde desplegar su encanto
le recibe en su lecho
de luces fugaces
el vacío.
A quien desprecia lo perdurable sobre la fantasía del instante la distracción los (d)espejitos de colores el acolchonado placer
de los isquiones blandos los aplausos.
A quien se mira en el espejo buscando lo que podría ser
un profundo abismo de raíces y sólo encuentra
la chispa del árbol
que una vez cenizas
cae.
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